sábado, 30 de octubre de 2010

Periodos de la historia de Roma

La historia de Roma se divide en tres fases: Monarquía, República e Imperio.

Monarquía


La monarquía romana fue la primera forma politica de gobierno de la ciudad-estado de Roma, desde el momento de su fundación (el  21 de abril del 753 a.C.), hasta su final en el 510 a.C.

La ciudad de Roma después de ser fundada por las tribus latinas de la región, fue conquistada por otro pueblo itálico más avanzado: los etruscos. Este pueblo imprimió a Roma un sello cultural indeleble e hizo crecer la ciudad. Los etruscos legaron a los romanos sus conocimientos de ingeniería, su arte y el uso del alfabeto. En esta época Roma fue gobernada por una serie de reyes de esa nacionalidad, siendo el más notable de ellos Servio Tulio (s. VI a.C), el cual la dotó de importantes instituciones sociales y rodeó a la ciudad de un cinturón amurallado que se mantuvo por varios siglos (las murallas servias). El último rey etrusco fue Lucio Tarquinio ( El soberbio) ,que fue desterrado, formándose la República romana. Esto se debió a que era un verdadero tirano, cuyos abusos originaron la revolución de la nobleza romana que expulsó a los etruscos y fundó la República.
De la dominación etrusca Roma salió convertida en una ciudad-estado semejante a las polis griegas. Con el tiempo Roma se convertiría en un estado territorial.


República

La República ( 509 a.C.-27 a.C.) fue una etapa de la Antigua Roma en la cual la ciudad y sus territorios tuvieron un sistema de gobierno ejercido por magistrados electos por asambleas de ciudadanos, en el contexto de un estado de derecho.


Una característica del cambio fue que la administración de la ciudad y sus distritos rurales quedó regulada por el derecho de apelar al pueblo contra cualquier decisión de un magistrado concerniente a la vida o a las leyes.La República romana careció de una constitución política escrita, su ordenamiento y funcionamiento estuvo dictada por los usos y costumbres de la clase patricia fundadora y de acuerdo con sus intereses oligárquicos.


La administración ejecutiva quedó dotada de imperium poder omnímodo, el cual tenía un origen religioso que arrancaba del propio dios Júpiter. Los magistrados dotados de imperium -cónsules,pretores y, eventualmente, los dictadores- sólo lo ejercían  fuera de las murallas de Roma. En consecuencia, tenía un carácter esencialmente militar. En la ciudad, mientras ejercían sus funciones civiles, los magistrados estaban sometidos a limitaciones legales y controles mutuos.


En esta etapa el gobierno de la ciudad estuvo en manos de las clases más ricas y nobles. Roma nunca llegó a ser una democracia como en Atenas, debido a que las clases populares tenían escasa cultura cívica y delegaban siempre en la nobleza (los patricios) la solución de las cosas de la ciudad. La República mantuvo siempre un gobierno oligárquico y plutocrático. Las veces en que el poder popular intentó, acaudillado por algún líder carismático (salido siempre de la aristocracia) competir con la nobleza, fue derrotado en toda la línea (como fue la tentativa de los hermanos Graco, a finales del siglo II a.C).


En un comienzo sólo los patricios tenían derechos ciudadanos. Ellos formaron una serie de asambleas que elegía los diversos cargos de gobierno. Estas asambleas fueron llamadas comicios. Éstos elegían en forma anual las magistraturas de gobierno: los dos cónsules(que detentaban el Poder Ejecutivo y dirigían el ejército), y otras magistraturas (pretores, censores, etc). Junto a los comicios existía un poderoso cuerpo de gobierno llamado el Senado, que era una asamblea formada por los patricios más importantes de Roma y era la institución que verdaderamente gobernaba la ciudad, sobre todo en materia de política exterior. Sus miembros no eran elegidos popularmente, si no que ingresaban por derecho propio y eran vitalicios. La soberanía del Senado y los Comicios quedaba expresada en la tradicional fórmula que adorna hasta hoy el escudo de Roma: SPQR("Senatus Populusque Romanorum": el Senado y el pueblo de los romanos).


Más abajo en la escala social se encontraban los plebeyos. Éstos, que en un comienzo eran de origen extranjero, se dedicaban a la artesanía, la agricultura, el comercio y los servicios en general, no tenían derechos cívicos. Generalmente, se reconocían como clientes de algún patricio: los plebeyos recibían protección a cambio de servicios.
La situación social iría cambiando con el correr de los siglos.
La necesidades defensivas de Roma obligaron a los patricios a admitir en el ejército a los plebeyos, y luego a otorgarles derechos cívicos. Los plebeyos obtuvieron el derecho a voto en los comicios y el derecho a ser elegidos para las diversas magistraturas. De esta forma fueron obteniendo la igualdad política. A fines del siglo V a.C. los plebeyos más ricos y destacados pudieron ingresar al Senado.


A mediados del siglo IV las desigualdades políticas entre los romanos se habían borrado, pero seguían existiendo las diferencias sociales y económicas, que a la larga nunca pudieron ser superadas y se agudizaron aún más. La mezcla de los plebeyos más ricos con los antiguos patricios formó una nueva aristocracia: la aristocracia patricio-plebeya u optimates. Esta clase será la que gobernará Roma hasta fines de la República.


Progresivamente Roma irá haciendo extensiva la ciudadanía a los habitantes de las provincias conquistadas, lejos de quedarse desierta como Esparta, la nación romana irá creciendo.


A finales de la República la situación social se había deteriorado bastante: las guerras de conquista produjeron grandes mortandades entre los pequeños propietarios que formaban el grueso de las legiones; su pobreza aumentó aún más debido a la acaparación de las tierras agrícolas italianas por parte de la aristocracia y por el aumento explosivo de la esclavitud. Los plebeyos, despojados de sus tierras, se convirtieron en una masa ociosa y llena de vicios que se concentró en las ciudades y fue conocida como el proletariado. Los proletarios vendían su voto a los aristócratas y ricos de Roma que participaban en la política. Los patricio-plebeyos que ocupaban el Senado, así como sus parientes, terminaron por formar una clase más y más cerrada que acaparó el gobierno y las mejores tierras: la clase senatorial.


Por encima de los proletarios se fue formando una clase enriquecida en el comercio y las guerras: los caballeros u orden ecuestre. Se mostraban resentidos con la clase senatorial y aspiraban a participar en el gobierno.


La Roma republicana fue un estado guerrero. La base de su poder fueron las legiones. Las legiones de la época republicana eran unidades semejantes a los actuales regimientos de infantería formadas por ciudadanos-soldados y apoyadas por cuerpos auxiliares; muy flexibles, las legiones fueron la más eficiente fuerza militar de la Antigüedad, superando, incluso, a las falanges macedónicas. Las necesidades de asegurar sus fronteras, conquistar nuevas tierras para instalar a sus ciudadanos y dedicarlas a la agricultura, defender a sus aliados, expandir su comercio, o la simple gloria militar, incitaron a los romanos a la expansión geográfica. Las legiones romanas llegaron a expandir a la república a Italia, el mediterráneo Occidental y Oriental. Esto convirtió a la ciudad en un estado territorial y luego en un vasto imperio.


Al obtener el dominio del Mediterráneo la mayoría de las actividades económicas-comerciales, industriales y mineras-fue apropiada por los ricos comerciantes romanos provenientes de la clase ecuestre, quienes desarrollaron un intenso capitalismo monetario y esclavista.


La República terminó en medio de grandes guerras civiles, como consecuencia de:


a) Situación social y política en el siglo I a.C.


La sociedad romana estuvo muy condicionada por el desarrollo económico del Estado. En un comienzo la base primordial de la economía en la Antigua Roma fue la posesión y explotación de las tierras agrícolas circundantes, propiedad de los patricios y de pequeños parceleros plebeyos. En la medida que la República fue extendiendo su dominio sobre Italia y el Mediterranio, Roma entró en el circuito del gran comercio, beneficiándose con la afluencia de productos agrícolas  y artesanales a bajo precio. A la larga la economía italiana se resintió debido a la competencia de las provincias conquistadas; esto tuvo hondas repercusiones sociales al hacer prácticamente desaparecer a la clase media campesina y creándose extensos latifundios trabajados por una gran masa de esclavos. Los campesinos sin tierra debieron emigrar a Roma y las grandes ciudades de Italia, convirtiéndose en proletarios y engrosando la clientela de los políticos profesionales que luchaban por el poder.


A fines de la República la situación de Roma en lo social y político era muy compleja. Las diferencias sociales seguían ahondándose. Frente a la gran masa de proletarios pobres se encuentra una clase de ricos comerciantes e industriales (el orden ecuestre o de los caballeros) y otra que acapara el poder político para sí (la clase senatorial). El fenómeno de la esclavitud se da en gran escala como consecuencia de las guerras de conquista. Tales dimensiones alcanzó esta práctica que llegó a poner en aprietos al propio Estado, como fue la furiosa rebelión de gladiadores esclavos, en demanda de su libertad, encabezada por Espartaco (Italia, primera mitad del siglo I a.C) y que fue sofocada tras una ardua guerra por los generales Craso y Pompeyo.


En lo político, las instituciones que servían para gobernar a Roma cuando ésta era una ciudad-estado ya no son aptas para gobernar un extenso imperio. La brevedad del mandato de los cónsules y las otras magistraturas hacía ineficiente el gobierno de extensos y lejanos territorios. Los comicios, que sólo funcionaban al interior de la ciudad, perdieron su eficacia cuando Roma se transformó en un estado territorial, pues la mayoría de ciudadanos se esparcieron por Italia y las provincias y ya no pudieron participar en las elecciones. En la práctica, los comicios se habían transformado en una asamblea corrupta formada por los proletarios de Roma que vendían su voto al mejor postor.


Por su parte, el Senado era incapaz de hacer reformas democráticas debido a su composición aristocrática y acaparaba casi todo el poder para sí.


b) La intervención del ejército y los generales.


La necesidad de levantar grandes ejércitos acostumbró a los generales a ejercer el poder personal y a desobedecer al Senado. La composición del ejercito había cambiado: de un ejército formado por ciudadanos-soldados, reclutados por un cierto tiempo, y leales a la República y sus instituciones, se pasó a uno formado por soldados profesionales, más leales a sus jefes que a Roma.

La necesidad de gobernar extensos territorios hizo necesaria la existencia de un fuerte poder central que la República no podía ofrecer. Los primeros que se atrevieron a ejercer el poder personal fueron los generales Mario y Sila, los cuales, apoyándose, ya sea en los elementos populares, en la clase senatorial o en los caballeros, lucharon encarnizadamente por el control de la República. Pero el primero que se atrevió sin tapujo a declarar su aspiración a la realeza fue Julio César. En medio de una gran guerra civil César venció al general Pompeyo y echó las bases de una nueva monarquía. Sin embargo, fue asesinado por los republicanos descontentos (44 a.C.). Por este motivo, estalló una última guerra civil en la cual venció el general Octavio sobre su rival Marco Antonio. Octavio asumió el título de emperador y un nuevo nombre: Augusto.
 
IMPERIO

El Imperio romano fue una etapa de la civilización romana en la Antigudad clásica caracterizada por una forma de gobierno autocrática. El nacimiento del imperio viene precedido por la expansión de su capital, Roma, que extendió su control en torno al Mar Mediterráneo. Bajo la etapa imperial los dominios de Roma siguieron aumentando, llegando a su máxima extensión durante el reinado de Trajano, abarcando desde el Oceáno Atlántico al oeste hasta las orillas del Mar caspio, el Mar Rojo y el Golfo Pérsico al este, y desde el desierto del Sahara al sur hasta las tierras boscosas a orillas de los ríos Rin y Danubio y la frontera con Caledonia al norte. Su superficie máxima estimada sería de unos 6,5 millones de km cuadrados.

El Imperio romano como sistema político surgió tras las guerras civiles que siguieron a la muerte de Julio César, en los momentos finales de la República Romana. Se alzó como mandatario absoluto en Roma, haciéndose nombrar "Dictator"(dictador). Tal osadía no agradó a los miembros del Senado romano, que conspiraron contra él asesinándole durante los Idus de marzo en las mismas escalinatas del Senado, restableciendo así la república, pero su retorno sería efímero. El precedente no pasó desapercibido para el joven hijo adoptivo de César, Octavio Augusto, quien sería enviado años más tarde a combatir contra la ambiciosa alianza de Marco Antonio y Cleopatra.

A su regreso victorioso, la implantación del sistema político imperial sobre un imperio territorial que de hecho ya existía, resulta inevitable, aun manteniendo las formas republicanas.Augusto aseguró el poder imperial con importantes reformas y una unidad política y cultural (civilización grecorromana) centrada en los países mediterráneos, que mantendrían su vigencia hasta la llegada de Diocleciano, quien trató de salvar un imperio que caía hacia el abismo. Fue éste último quien, por primera vez, dividió el imperio para facilitar su gestión. El imperio se volvió a unir y a separar en diversas ocasiones siguiendo el ritmo de guerras civiles, usurpadores y repartos entre herederos al trono hasta que, a la muerte de Teodosio I "el Grande", quedó definitivamente dividido.

Finalmente en el 476 d.C el hérulo Odoacro depuso al último emperador de Occidente, Rómulo Augústulo. El senado envía las insignias a Constantinopla, la capital de Oriente, formalizándose así la capitulación del imperio de Occidente. El imperio oriental proseguiría varios siglos más bajo el nombre de Imperio bizantino, hasta que en 1453 d.C Constantinopla cayó bajo el poder otomano.
El legado de Roma fue inmenso, tanto es así que varios fueron los intentos de restauración del imperio, al menos en su denominación. Destaca el intento de Justiniano I, por medio de sus generales Narsés y Belisario, el de Carlomagno así como el del propio Sacro Imperio Romano Germánico, pero ninguno llegó jamás a reunificar todos los territorios del Mediterráneo como una vez lograra la Roma de tiempos clásicos.
Con el colapso del Imperio de Occidente finaliza oficialmente la Edad Antigua dando inicio la Edad Media.


 


El origen mitológico de Roma

Un héroe superviviente de la batalla de Troya se casó con una hija de un rey de la zona de la Roma actual. Tuvo hijos y el primogénito se hizo rey. Se llamaba Numitor de Alba Longa. Éste,  fue destronado y desterrado por su hermano Amulio, el cual procedió a matar a todos sus sobrinos con excepción de la única mujer: Rea Silvia. Con tal de que esta no tuviera descendencia, la obligó a dedicarse al culto de la diosa Vesta. Sin embargo, un día, mientras Rea dormía en la orilla de un río, el dios Marte la dejó embarazada y de esta unión nacieron los gemelos Rómulo y Remo. Sabiendo que si su tío  se enteraba del hecho también los mataría, Rea puso a los recién nacidos en una cesta y la dejó en el río Tiber. La cesta se cruzó en el camino de la loba Luperca, quien los amamantó, y más tarde fueron recogidos por el matrimonio de pastores Fáustulo y Aca Larentia. Se dice que fueron educados en Gabio -centro cultural de Lacio- y que más tarde fueron bandoleros.

Los gemelos crecieron y descubrieron su origen. Buscando venganza, volvieron a su ciudad natal para matar a su tío abuelo y reponer en el trono a su abuelo Numitor. Éste, en agradecimiento, les entregó territorios al noroeste del Lacio. Con 18 años (753 A.C.) decidieron fundar una ciudad justo donde la loba los encontró: Remo decía que era un augurio las seis aves que señalaban el monte Aventino, mientras que Rómulo entendió como otro augurio las doce aves que señalaron el monte Palatino. Este último, tras una discusión, decidió marcar los límites de la futura ciudad -pomoerium, la Roma quadrata del monte Palatino- y amenazó con matar a todo aquel que los cruzase. Remo, ebrio, decidió retar a su hermano y los cruzó, argumentando que nunca llegaría a ser rey. Rómulo no lo dudó y acabó con su vida. Arrepentido, decidió enterrar a su hermano en la cima del Palatino y emprendió una nueva etapa como único rey de Roma.
Creó el senados -compuesto por 100 personas conocidas como patres, cuyos descendientes fueron los praticios- y dividió la ciudad en 30 curias o congregaciones. Los primeros habitantes, por otro lado, fueron los asylum: refugiados, libertos, esclavos, prófugos...

Los primeros habitantes fueron todos hombres. Por ello, Rómulo organizó unas pruebas deportivas a las que invitó a la población vecina de Sabina. Aprovechó esta ocasión para raptar a las mujeres -esto se conoció como el rapto de las sabinas- y los hombres de esta ciudad decidieron rescatarlas, provocando a las sabinas un dilema: si morían los sabinos, morían sus padres y hermanos, pero si morían los romanos, morían sus maridos e hijos. Finalmente, Rómulo pactó con el rey sabino (Tito Tacio) una diarquía hasta la muerte de este último. Cuando esto ocurrió, Rómulo quedó como único rey y realizó diferentes y victoriosas empresas bélicas.